Conozco a Juan desde la más tierna infancia. Fuimos al mismo colegio, jugamos juntos al fútbol desde chicos y, al egresar, Juan se fue a estudiar a Estados Unidos. Nos reencontramos ya recibidos los dos, en el Club hace más de 35 años y, desde entonces, compartimos todos los veranos en el Médano.
No hubo ninguna temporada en que no jugáramos juntos, de compañeros o rivales. Teníamos más o menos un nivel suficientemente similar, como para que los partidos fueran parejos. Y fuera de la cancha, fuimos los dos Directivos del Club muchísimo tiempo. Quizás demasiado. Entramos los dos muy jóvenes a la Comisión y sólo la muerte pudo excluirlo de integrarla. Y en toda esta larga historia, no recuerdo haber tenido ningún desencuentro con Juan, un amigo entrañable. Fue un caballero, un tipo de primera, adentro y afuera de la cancha. Tuvo un cariño inmenso por el Médano. Cuándo se enfermó gravemente, siendo por entonces su Presidente, se cumplieron 75 años de la fundación del Club. Y tomó una decisión que lo pinta de cuerpo entero: pospuso su tratamiento para pronunciar el discurso en el Teatro por los 75 años del Club. Tanto era su cariño por el Médano que antepuso el Club a la quimioterapia. Y preparó cuidadosamente aquella presentación que, para quienes quieren de verdad conocer la historia del Club, les recomiendo que la vean.
Con Juan ( y otros miembros de la Directiva), nos propusimos, en estos últimos tiempos, intentar renovar los integrantes uruguayos de la Comisión e inyectarle sangre joven a la misma. Siempre fue fácil ponerse de acuerdo con él. Inteligente, ponderado, nos aportó siempre su visión serena y razonable para enfrentar los problemas del Club, cuyas tradiciones conocía cómo nadie. No creo que haya alguien que haya querido más al Club que Juan. Se nos va un activo bien importante del Médano. Y, por último , Juan, en su despedida, nos dejó una inmensa lección y ejemplo de dignidad en el sufrimiento. Nunca lo oímos quejarse de su cruel enfermedad y la enfrentó con una entereza admirable. Quizás por ello el cáncer tuvo que recurrir al covid, para doblegar la valiente resistencia con que lo enfrentó Juan. Todos los socios tenemos una enorme deuda de gratitud por todo lo que ha hecho Juan por el Club. Y muchos hemos perdido hoy a un muy querido amigo a quién extrañaremos mucho. Que Dios lo tenga en la gloria.
Fernando Jiménez de Aréchaga